La tribu global del fútbol. Rituales e identidades en transformación en las finales de la UEFA Champions League

The Global Tribe of Football. Rituals and Identities
in Transformation at the Finals of the UEFA Champions League

Manuel Eduardo González-Ramallal*
Aníbal Mesa López
José Luis Castilla Vallejo

Universidad de La Laguna

Palabras clave

Tribu global
Ritual
Champions League
Identidad Ceremonial

Resumen: En este artículo observamos los cambios producidos en el ceremonial de las finales de la UEFA Champions League, la principal competición europea de clubes de fútbol masculino, desde su nacimiento hasta la actualidad (1993-2018). Atendiendo a la ritualización previa y posterior al encuentro analizamos un amplio conjunto de elementos presentes en el ceremonial, a través de su emisión televisiva. Como resultado se aprecia un claro proceso de complejización mediante el que la UEFA, la institución organizadora del evento, pretende consolidar una posición de dominio sobre el mundo del fútbol y convertirse en el principal promotor de una identidad global en torno a la «tribu» del fútbol. Apoyados en las evidencias empíricas identificamos tres fases o periodos de transformación en la evolución del ceremonial, que van desde una etapa inercial con respecto al anterior formato del torneo (1993-2000) a otra de estabilización de los cambios (2010 en adelante), pasando por una etapa de consolidación de las innovaciones rituales introducidas (2000-2010).

Keywords

Global tribe
Ritual
Champions League
Identity
Ceremonial

Abstract: In this paper we observe the changes produced in the ceremonial of the UEFA Champions League finals, the main European competition of male football clubs, from its beginning to the present (1993-2018). Attending the ritualization at the previous moments and after the game, we analyse a wide range of elements present in the ceremonial, through its television broadcast. As a result, it is noted a clear process of complexity leaded by UEFA, the institution organizing the event, that aims to consolidate a position of dominion over the world of football and become the main promoter of a global identity around the football «tribe». Supported by empirical evidence, we identify three phases or periods of transformation in the evolution of ceremonial, ranging from an inertial stage regarding the previous format of the tournament (1993-2000) to another one of stabilization of changes (2010 onwards), passing by a stage of consolidation of the ritual innovations introduced (2000-2010).

* Correspondencia a / Correspondence to: Manuel Eduardo González-Ramallal. Universidad de La Laguna. Pabellón de Gobierno, c/Padre Herrera, s/n. Apartado postal 456. 38200, San Cristóbal de La Laguna (Santa Cruz de Tenerife - España) – mramal@ull.edu.es – http://orcid.org/0000-0002-9381-2096.

Cómo citar / How to cite: González-Ramallal, Manuel Eduardo, Mesa López, Aníbal, Castilla Vallejo, José Luis (2020). La tribu global del fútbol. Rituales e identidades en transformación en las finales de la UEFA Champions League. Papeles del CEIC, vol. 2020/1, papel 222, 1-18. (http://dx.doi.org/10.1387/pceic.20732).

Recibido: abril, 2019; aceptado: octubre, 2019.

ISSN 1695-6494 / © 2020 UPV/EHU

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1. Introducción

En este trabajo se acomete el esfuerzo de estudiar los cambios en las formas del ceremonial de las finales de la UEFA Champions League desde el prisma de su aportación a la configuración de una identidad global en torno al fútbol. Las finales anuales de este torneo representan momentos culminantes en los que se «corona» al mejor club a través de la competición más prestigiosa del fútbol moderno. Para abordar este análisis partimos del concepto de ritual elaborado por Edmund Leach, que lo define como «cualquier acto o sucesión de actos no instintivos y predecibles que no pueden explicarse ‘racionalmente’ como medio para la consecución de un fin» (1979: 383). A partir de ahí, para el objetivo de nuestra investigación repensamos el ritual como «una performance de reiteración abierta a la innovación a la que se le presume cierta eficacia sobre los procesos sociales y cuya consistencia simbólica está mediada por un contexto comunicativo más o menos contingente. Una de sus características más importantes es que tiende a condensar poder en los actores y las instituciones que lo protagonizan, y sus puestas en marcha tienden a una cierta complejización» (Castilla, González-Ramallal y Mesa, en prensa). Mediante el análisis llevado a cabo hemos podido identificar las diferentes configuraciones que este ritual ha presentado a lo largo del tiempo, articulándolas luego en tres grandes etapas o periodos. Veremos cómo los roles de los diferentes actores y objetos que forman parte de este ritual se ven modificados en función de las características de cada una de las etapas.

El artículo está basado en un estudio de imágenes televisivas. Para esta aproximación metodológica nos hemos visto obligados a adaptar la mirada exploratoria, no solo observando la organización del rito, sino también la forma en la que los medios lo difunden a nivel global. En este sentido, el rito no se configura solo en un lugar, pues trasciende a multitudes a las que también va dirigida y a las que intenta organizar como una «tribu global», esto es, un grupo transnacional con alto grado de fidelización y con su propio aparataje de identidad. De hecho, ese mismo sentido estuvo ya presente en la primera coronación real que se retransmitió por televisión, la de Isabel II el 6 de febrero de 1956. Ya para entonces, la incorporación de las cámaras al evento transformó su propia escenificación. La limitada extensión de los aparatos de televisión en el mundo y las dificultades de señal complicaron su difusión global inmediata, aunque una parte importante de sus súbditos han podido, con el tiempo, ver y recuperar esas imágenes inmortalizadas por la BBC.

Para intentar entender el ceremonial de la Champions hoy en día debemos aceptar que esta coronación moderna y profana que impulsa el deporte se convierte en un neorritual de alcance planetario. Se trata de un dispositivo que busca movilizar los sentimientos de millones de personas, articulando una identidad global al tiempo que difunde la excelencia y el prestigio del organizador y regula el consumo cultural masivo de los seguidores del fútbol. Aunque no es el objeto de este trabajo, no somos ingenuos frente a la importancia de la mercantilización, y es que no resultaría muy probable que alguien se tomara tantas molestias de ritualizar un producto cultural si no llevara aparejado un rédito en términos culturales, políticos y económicos. Además, todo esto se está produciendo en un escenario de lucha por la hegemonía del fútbol internacional entre sus dos principales reguladores, la europea UEFA y la global FIFA (Moñino, 2019), que compiten cotidianamente por proclamarse reyes y pastores de la tribu global del fútbol.

Comenzamos este recorrido vinculando los estudios antropológicos en torno a lo sagrado con el propio carácter del fútbol como fenómeno social, presentándolo como un neorritual que, en cierta medida, viene a ocupar el espacio dejado por el progresivo carácter laico de la modernidad. A partir de ahí explicamos el aparato metodológico utilizado para el desarrollo de la investigación y presentamos los resultados encontrados, centrándonos en los cambios operados en el ritual que justifican la articulación de las tres grandes etapas que proponemos aquí. Concluimos señalando algunas de las cuestiones que será necesario atender en el futuro en lo relativo a la evolución de este ritual.

2. Lo profano y lo sagrado en el fútbol

Autores como Giorgio Agamben (2005) o Byung-Chul Han (2013) anuncian, en su concepción de la sociedad actual, la muerte de las formas rituales y los ceremoniales. Según el filósofo coreano, la sociedad desconfía cada vez más de los gestos ritualizados porque esta es cada vez más un mercado y menos un teatro (Han, 2013: 68). Pero lo cierto es que las formas de ritualización no solo sobreviven, sino que se multiplican y consolidan. Mientras que las formas de ritualización modernas a nivel microsocial tienen una cierta tendencia a descomponerse e incluso a diluirse en su transformación (matrimonios, bautizos, cumpleaños, libros de nacimientos, etc.) (Segalen, 2005), los procesos macroceremoniales, producto de la mediatización, se espectacularizan. Se produce una paradoja ritualística consistente en la desnarrativización ritual individual y la macroadscripción ritual colectiva. Una posible explicación podría venir dada porque, pese a todos los esfuerzos por proteger nuestra libertad individual, somos aún animales narrativos sedientos de adscripción e identidad y, por tanto, de sentido más allá de nosotros mismos.

Nuestras sociedades modernas perviven aún en un tránsito entre formas de racionalización, culturas científicas y formas religiosas tradicionales más o menos residuales que se concretan en forma de laicizaciones sociales abiertas y tradiciones religiosas resignificadas. De este modo, las formas de consagraciones colectivas encuentran en lo deportivo una forma de unir trascendencia y cotidianeidad, liturgia y nuevas formas de adscripción, idealismo y nuevas formas de representación1.

En tal sentido, existen diversos autores que ven en el fútbol el advenimiento de una suerte de nueva religión (Arranz, 2017; Montero, 2008; Montero y Martín, 2015; Osúa, 2009), y otros que se han detenido a analizar su ritualidad (Acuña y Acuña, 2017; Bromberger, 1989; Sánchez Martín, 1999). La fuerte necesidad de simbolización de los humanos, junto a la desacralización de las formas de vida, establecen las condiciones para que lo festivo recupere una cierta parte de la performance de lo sagrado. La metafísica religiosa se ha transformado en inmanencia, la tradición se vuelve más dramático-festiva, y el fútbol en particular, como dice Arranz, ha colonizado espacios profanos con semánticas cuasi religiosas. Como llega a comentar Marc Augé: «Es posible que Occidente esté a la vanguardia de una religión y no lo sepa» (apud Segurola, 1999: 66). Más allá de si el fútbol es una nueva religión o no, sí merece una reflexión aplicarle la representación que Mircea Eliade (2018) desarrolla sobre lo profano y lo sagrado.

Pese a la división taxativa entre lo sagrado y lo profano de Durkheim (2014), con Eliade (2016; 2018) aprendimos que lo sagrado y lo profano se hibridan conforme lo profano avanza. Esta división es menos taxativa de lo que la tradición sociológica marca. Lo profano no está en estado puro pues no logra sacudirse del todo los componentes religiosos que hereda consciente o inconscientemente. El sentido de su puesta en escena lo articula más el sentimiento colectivo que la creencia mágica.

Sin lugar a duda, la UEFA, como regulador del fútbol europeo, intenta en sus diferentes ámbitos articular una revelación, un espacio y un tiempo propio. Siguiendo como inspiración a Eliade en su ya clásico libro, Lo sagrado y lo profano (2018), podemos identificar al menos tres dimensiones propias de lo sagrado en el fútbol:

— Según Eliade, «lo sagrado se manifiesta, es fundador del mundo, trasmuta su figura de lo profano a lo sagrado (…) Esa nueva potencia quiere decir a la vez “realidad, perennidad y eficacia” (…) Adquiere estatuto de realidad y se empodera» (ibídem: 16). Esta dimensión la vemos en la mitificación del fútbol, en el estatuto mágico/histórico de sus héroes, sus lugares y sus acontecimientos, en la configuración de un tiempo y un espacio. Así se establece la base narrativa e histórica que sustenta la formación de una identidad global. Además, el lenguaje del fútbol en muchas ocasiones es metafórico (Hernández Alonso, 2003), terreno propicio para que lo sagrado se manifieste.

— Afirma Eliade que «para el hombre religioso, el espacio no es homogéneo (…) El espacio se escinde, se rotura, y es el único en convertirse en real (…) Frente a la homogeneidad del espacio profano, lo sagrado establece sus coordenadas y sus significaciones (…) Hay un centro y una orientación derivada de él» (2018: 21-52). El estadio, los vestuarios, el túnel, el palco, las zonas de acotación en el campo, los sistemas espaciales de protección, los actores excluidos o incluidos de lugares restringidos, los que pueden acceder al campo como espectadores, los sacrificios del acceso, etc. Todos son ejemplos de esa sacralización de los lugares. Cuando un aficionado entra a un estadio establece una relación cosmogónica con el lugar (mitificación del estadio, historización del lugar, etc.).

— Para Eliade, «el tiempo sagrado se presenta, bajo el aspecto paradójico de un tiempo circular, reversible y recuperable (…) que se reintegra periódicamente mediante el artificio de los ritos (…) Todo tiempo litúrgico consiste en la reactualización de un acontecimiento sagrado que tuvo lugar en un pasado mítico» (ibídem: 51-53). Aunque para nosotros, en contraposición con Eliade, en el futbol se conmemora más que se reactualiza. De esta manera, lo histórico adquiere un estatuto menos centrado en la reactualización o la repetición de la cosmogonía y más en la excepcionalidad del acontecimiento. Estar en la liturgia es entrar en la historia y formar parte de la tribu global. Mientras que el hombre religioso está sediento de realidad, el aficionado al fútbol está sediento de realidad trascendente formando parte de la historia mítica del acontecimiento deportivo: «yo estuve allí». De alguna manera la fiesta se desarrolla siempre en el tiempo original, convirtiéndolo en un tiempo inmanente historizado. Es un tiempo que nos saca de este tiempo y nos sumerge en un tiempo eterno, en un tiempo mítico (un eterno presente indefinidamente recuperable) y en un tiempo de novedad. Puede que el fútbol tenga un tiempo histórico trascendente, pero converge con nuestro tiempo moderno en el que también nosotros somos importantes. El tiempo sagrado se actualiza día a día en la modernidad.

Eliade llama a estas nuevas mitologías, con las que el mundo profano reclama nuevas formas de ordenar el mundo, «mitologías camufladas» (ibídem: 149). Ese camuflaje contemporáneo se desarrolla en el mundo de la literatura, del cine, del espectáculo y, en definitiva, también en el deporte. En el caso del fútbol, su trascendencia internacional, su globalización, su mercado en crecimiento tras décadas de cambio, procuran al consumidor una salida de su tiempo rutinario, de su estandarización, de su cotidianeidad (Elias y Dunning, 1991). El tiempo y el espacio sagrado del fútbol configuran algo más que un espectáculo; son la entrada de un sujeto moderno a la atmósfera de otro tiempo, otro lugar y otra historia que considera tan suya como la cotidiana, tan mágica como excepcional. Si, como se suele pensar, el acceso a la condición espiritual comporta la muerte de la condición profana, podemos decir que el aficionado moderno sacrifica su mundo profano en el altar de una nueva figura: el profano reespiritualizado o lo sagrado materializado. Mientras esto sucede, la UEFA realiza una repetición de la consagración de un lugar y un tiempo que repite de alguna manera su cosmogonía festiva.

El que estos componentes rituales que se despliegan tengan objetos sagrados, mitos, segregación de actores, intercambio de dones, estancias de segregación, mecanismos de agregación, etc.; y que se haga de manera repetida en ciclos temporales anuales, nos narra cuán apegados estamos todavía a los marcos interpretativos religioso/ritualísticos. Como sugiere Van Gennep, «vivir es un incesante disgregarse y reconstituirse, cambiar de estado y de forma, morir y renacer» (1989: 202). Pero no nos engañemos, estamos ante un dispositivo instrumental cuya estructura de oportunidad profana ejerce su poder de simbolización para articular emociones y engendrar una comunidad (Turner, 1998: 103) propia sobre la que proyectarse. Una comunidad planetaria sobre la que articular la pertenencia a una tribu global que se hace visible y explotable en distintos ámbitos (y no solo nos referimos al mercantil). Los procesos de espectacularización progresiva que han seguido las finales de la UEFA Champions League, su evolución ritual y proyección internacional, nos dan una idea de cómo esta conmemoración va atrapando fieles (UEFA, 2018b) y resacralizando el cosmos que la ciencia y el mundo moderno deshacen. Al mismo tiempo, la configuración de esa tribu global está sujeta a la misma dialéctica entre globalización y glocalización que afecta a todos los fenómenos de carácter transnacional. Por un lado, el fútbol europeo lleva años desarrollando un proceso de neocolonización sobre otras realidades futbolísticas a través de sus principales marcas (siendo la UEFA Champions League la principal). El empuje de la estructura mercantil y mediática del fútbol del viejo continente ha generado, a la vez, la acumulación en sus clubes de los mejores jugadores del mundo, de los mayores volúmenes de negocio y la mayor difusión de sus competiciones a nivel global. La Champions, al igual que sus mejores jugadores, cautivan a una audiencia planetaria, que en muchos casos está más pendiente de las competiciones europeas que de sus propios torneos domésticos. Por otro lado, tal y como diversos autores han señalado (Bromberger, 1995; Giulianotti y Robertson, 2007; Jijon, 2015), las características y los significados que el fútbol adquiere en cada lugar están mediados por las lógicas culturales de los mismos, sus procesos históricos y sus particulares configuraciones identitarias. Las reglas del juego son las mismas para toda la tribu, pero lo que cada grupo interpreta de su accionamiento puede ser sensiblemente diferente. El fútbol, de esta manera, no deja de mostrarse como un ejemplo más de la lógica contradictoria de la modernidad.

Ya en otro trabajo hemos realizado un esfuerzo notable en identificar los cambios rituales de las finales de la UEFA Champions League, cómo se han ido produciendo transformaciones en las formas de ritualización que hemos caracterizado como neorrituales2, cómo estas transformaciones han empujado estos dispositivos rituales hacia formas de espectacularización cada vez mayores, y qué sentidos narrativos han ido impulsando. El fútbol ha pasado de ser un deporte centrado en sí mismo a una forma de educar a la humanidad a través de una determinada identidad global: «De esta manera se liga el cosmopolitismo a la promoción de la convivencia compartida a todos los niveles (…) Así pues, buena parte de la retórica propia de la UEFA tiene que ver con empujar la construcción de un mundo mejor, sin concretar, claro, qué es ese mejor.» (Castilla, González-Ramallal, y Mesa, en prensa).

Toca ahora dar un poco de comprensión a cómo este complejo neorritual o ceremonial de la UEFA Champions League ha ido transformándose progresivamente hasta cristalizar en una forma combinada de rutinas, innovaciones y espectacularización. Este proceso de cristalización sigue, a juicio nuestro, una ruta bien determinada. Aunque todo proceso ritual tiene flujos y reflujos en su disposición, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que su proceso de consolidación ha pisado con paso firme los tópicos narrativos ya descritos en este y otros trabajos. La innovación no termina nunca puesto que la historia no termina. Pero esto nos permite dibujar qué elementos se ritualizan con más o menos facilidad, cómo se producen estos fenómenos, qué lenguajes se utilizan, y lo más importante, qué fuerzas articulan la transformación ritual que da lugar a la consolidación de una identidad global en torno al fútbol.

3. Metodología

El aparato metodológico utilizado para desarrollar esta investigación se fundamenta en el análisis de las situaciones más marcadamente ceremoniales y protocolarias de las finales de la Champions League, concretamente los momentos previos al desarrollo del partido de fútbol (previo) y los momentos posteriores al mismo (postpartido). Teniendo en cuenta la naturaleza del objeto de estudio nuestra perspectiva metodológica se orientó a partir del análisis cualitativo y la observación científica deliberada y sistemática de dichas finales. Concretamente, las finales analizadas fueron todas las englobadas bajo la denominación Champions League, esto es, desde el año 1993 hasta el año 2018, última de las finales disputadas antes del cierre de este artículo.

Consideramos este método como el más adecuado pues, como señala Heinemann (2003), permite captar, previa planificación, y registrar de manera controlada datos de naturaleza visual y acústica de un determinado acontecimiento. Para llevar a cabo el proceso de observación de los rituales globales que estructuran los momentos previos y posteriores a las finales de la Champions League elaboramos un instrumento de registro normalizado con las categorías y subcategorías a considerar. Partiendo de la experiencia previa en estudios de este tipo (Mesa, González-Ramallal, y Castilla, 2016; González-Ramallal, 2004) y previo visionado selectivo de algunas finales y discusión de las categorías relevantes a observar3, construimos una matriz de datos con 17 categorías y 58 subcategorías: Recreación local (hibridación entre aspectos locales del lugar donde se celebra la final y elementos propios de la UEFA); Autoridades, discurso e himnos nacionales (entrada y ubicación del grupo de autoridades, protagonismo y jerarquía, papel del presidente, indumentaria); Balón (cuándo y cómo aparece, presencia y transformación del objeto); Trofeo (cuándo y cómo aparece, presencia y transformación del objeto, descripción del trofeo); Entrenadores (circulación, cortesía, indumentaria); Equipación de los jugadores (camiseta con nombre de jugadores y logos UEFA, uso de otras equipaciones, disposición de la equipación, equipación postpartido); Himno UEFA (momento de interpretación, duración, directo, grabación y/o recreación, intérprete, letra, otros himnos, agitación o movimiento de la lona central mientras suena el himno); Árbitros (número, circulación, interacción con objetos como balón o trofeo, acompañantes de los árbitros, equipación); Salida y formación de jugadores (estancia previa de los jugadores, acompañantes de los jugadores, disposición de la salida y formación, cortesía, proxemia, foto de equipo, ubicación); Sorteo de campo (tipo, disposición); Iconografía UEFA (lona central, presencia y disposición de otros elementos, iconografía móvil); Intercambio de obsequios (momento, objetos, cortesía); Entrega de trofeos (ubicación, momento, quién entrega, tipo de trofeo); Iconos sobrerrepresentados (gigantismo, reiteración de iconos); Coronación (clímax, ubicación, escenario, circulación); Periodistas (ubicación prepartido y postpartido); Celebración (difuminación de la presencia UEFA, música, foto celebración, anuncio hombre del partido).

En esa matriz de datos fuimos registrando de manera descriptiva todos aquellos aspectos propios y significativos de los momentos previos y posteriores a las finales para su posterior análisis, con el objeto de presentar evidencia empírica del fenómeno planteado teóricamente. Dicha observación se llevó a cabo en laboratorio y participó todo el equipo, con el objeto de confrontar y verificar las observaciones.

La observación se llevó a cabo a partir de fuentes secundarias de carácter videográfico, fundamentalmente en soporte digital. Básicamente nos servimos de DVD y archivos digitales particulares, así como de varios sitios web donde revisar algunas de las imágenes de las finales (en especial el portal Footballia)4. No obviamos que la observación de nuestras fuentes está significativamente condicionada a la realización televisiva, de ahí que algunos aspectos a registrar se podían estar produciendo (por ejemplo, la entrada de las autoridades en el palco o la cortesía entre los entrenadores) y, sin embargo, no ser mostrados por las cámaras en ese momento por no ser foco de interés televisivo, por un momento de desconexión para la publicidad, o por otras circunstancias propias de la limitación del espacio y tiempo televisivo. Para mitigar en la medida de lo posible estos condicionantes mediáticos recurrimos a algunas fuentes secundarias alternativas. Por un lado, existen algunos sitios web como Youtube donde se recogen no solo parte o el conjunto de retransmisiones de las finales, sino que también diversos usuarios muestran sus grabaciones particulares del evento, aportando otros ángulos y con panorámicas diferentes a las televisivas. En este sentido, y especialmente para las finales más próximas en el tiempo, este tipo de recurso nos resultó muy útil para poder codificar información en todas las categorías y subcategorías analizadas. En total, utilizamos 125 fuentes de este tipo. Por otro lado, existen diversos documentos elaborados por la UEFA donde se regulan de manera sistemática buena parte de los ritos ceremoniales de la competición (desde la infraestructura del estadio hasta los trofeos a entregar). El carácter formal y reglamentario de estos documentos (UEFA, 2018a) nos sirvió como guía y contraste del proceso ceremonial5.

En todo caso, consideramos adecuada esta metodología, ya que no en vano nuestra posición como observadores de este ritual global es la misma que la contemplada por millones de espectadores en todo el mundo a través de la realización televisiva. La experiencia mediática es la experiencia de la tribu global del fútbol. Y al mismo tiempo, se trata de un procedimiento metodológico acorde a una observación científica en la que hay que examinar «un gran número de interacciones sociales, contactos y relaciones que se producen, la rapidez del desenlace y la consecución de hechos o facetas individuales» (Heinemann, 2003: 136).

4. Resultados

4.1. Etapas o fases del proceso ceremonial

La ceremonia de las finales de la Champions League es esencialmente una coronación. Se corona al campeón de Europa en competición a nivel de clubes. En realidad, se trata de un encadenado que podríamos resumir en una secuencia macrorritual de presentación-combate-coronación-celebración, siguiendo el proceso descrito por Van Gennep (1986). Cada uno de estos elementos se subdivide en cientos de elementos rituales que han tenido una larga y sedimentada elaboración histórica, un proceso de decantación e innovación que se ha ido formalizando en función de múltiples requerimientos. Así, algunos han sido modulados por demandas más pragmáticas, y otros por requerimientos políticos, económicos, tecnológicos y socioculturales (incluidos los religiosos).

Resulta necesario advertir que el proceso ritual al que hacemos referencia es el que ordena la institución principal, en este caso, la UEFA. Los propios equipos, los jugadores, los árbitros, y todos y cada uno de los actores participantes configuran aspectos ritualísticos individuales y colectivos que no formarán parte de esta mirada6.

Revisando el ceremonial de las finales de la Champions League identificamos al menos cuatro fases del mismo:

1. La presentación es el periodo en la que la festividad y el espectáculo marcan el tiempo previo al acontecimiento más relevante, en este caso, conocer el campeón de la competición. Esta fase está saturada de ritualizaciones en las que se segregan actores, se siguen tradiciones, se destacan personajes y objetos, todo ello empujado por cuatro fuerzas fundamentales: la dominancia del organizador, la mercantilización, la seguridad y la retransmisión televisiva mundial. No quiere esto decir que otros elementos no adquieran también relevancia, pero lo hacen reintegrados en estas cuatro fuerzas básicas. Así, por ejemplo, la presencialidad del organizador, la UEFA, pasó durante años por dar margen a cierta hibridación cultural local (el estadio, la ciudad, el país en el que se juega) como carta de presentación publicitaria del lugar al mundo. Los espectáculos previos tendían a centrarse en el lugar (y con artistas nacionales), marcando el relieve idiosincrático de la cultura local. Sin embargo, a partir del año 2015 se produce un giro hacia una mayor espectacularización, que camina no tanto dirigida al consumidor del estadio cuanto al consumidor televidente, la gran tribu global del fútbol7.

2. El combate es el partido en sí mismo. Noventa minutos de disputa en el que solo puede haber un victorioso. Disputa o combate perfectamente reglamentado en el que el mérito, y en menor grado la suerte, se configura como el fundamento que legitima al ganador (el rey de la competición). El combate entre actores, sus aficiones, los jueces imparciales, la tecnología de supervisión, etc., están al servicio de un espectáculo cada vez más dinámico y repleto de microrrituales (intercambios, cortesías, desafíos, retos, expresiones supersticiosas, ritos de equipo, ritos de aficiones, cánticos, etc.).

3. La coronación es el punto álgido del espectáculo. El equipo ganador se corona como el campeón de la competición. El prestigio, la exaltación, y la legitimación lo coloca como el equipo mejor valorado a nivel internacional. Es la UEFA la que corona y, como tal, esa coronación está hiperregulada ritualmente. Se destacan actores (siempre se asciende hacia las autoridades), se separan o se fusionan otros, se permiten contaminaciones de ciertos actores invitados (hijos), y se impide cualquier otro intruso que no sirva a las fuerzas fundamentales ya descritas. Esta coronación se desarrolla en un ambiente festivo y controlado.

4. Y finalmente, la celebración. Aunque también tiene rituales se produce un proceso de relajamiento por parte del organizador, que va borrando su presencia pública hasta disolverse en el propio evento. Aquí los rituales propios de la idiosincrasia del equipo ganador tienen una mayor presencialidad mientras desaparece el oponente. La celebración con la vuelta al campo del trofeo marca el cierre del ritual y con frecuencia el cierre de la emisión televisiva, no sin antes dejar bien claro, con anuncios de cierre, a quién pertenece esta competición.

No obstante, como señalamos a continuación, dicha elaboración pasa por etapas de sedimentación en ocasiones más aceleradas y en ocasiones más lentas. En algunos casos entran en juego urgencias organizadoras fuertemente demandantes, como las que proponen las televisiones. En otros casos es la propia autoridad de la UEFA la que empuja el cambio, en favor de la seguridad o de nuevas formas de mercantilización.

Como resultado analítico, en este trabajo vamos a identificar tres fases históricas fundamentales de la transformación ceremonial8:

Tabla 1

Periodos de transformación del ceremonial de las finales de la UEFA Champions League

Etapas del Ceremonial

Características

Grado de estabilidad

Fuerzas

Profano/

Sagrado

Tiempo/

Década

Periodo Iniciático Inercial

Rituales heredados e incipientes aspectos rituales

Bajo

Tradición/ Innovación

El partido es lo sagrado

1993-2000

Periodo de Reconstrucción/Consolidación Ritual

Multiplicación ritual, alta innovación e hipersimbolización

Medio

Innovación

Partido/ Ceremonial

2000-2010

Periodo de Maduración Ritual

Ralentización innovadora, simbolizaciones varias

Alto

Cristalización

Partido/ Ceremonial extendido

2010-actualidad

Fuente: elaboración propia.

Periodo Iniciático Inercial: fase que va desde 1993 hasta el final del siglo xx. Bajo la presidencia del sueco Lennart Johansson, se trata de una etapa caracterizada por la inercia de la competición a la que pretende sustituir la Champions League, la antigua Copa de Europa. Es el período en el que regresan a la competición los equipos ingleses tras la tragedia de Heysel9 y el momento en el que se amplía la participación en el torneo a clubes no campeones en sus ligas nacionales, especialmente en el caso de las ligas más poderosas del continente. Lo característico de esta fase es que la UEFA da continuidad a los elementos rituales habituales de la antigua competición, subrogando buena parte del dispositivo histórico de la modernidad futbolística (saludos, cortesías, dones, orientación a la autoridad, etc.). Aunque desde muy temprano la UEFA percibe que un producto de estas características requiere señas de identidad propias y que los tiempos de la televisión por cable abre al mundo la captación de clientes, fieles, o adeptos a la competición, lo cierto es que sus procesos de regulación y de ritualización tienen en esta fase un dinamismo lento y progresivo. Aunque logos, himnos y normativas aparecen de forma temprana en esta fase, su proyección mundial solo se consolida conforme la competición va ganando presencia internacional. Un ejemplo de ello es el himno de la Champions League, elaborado ya en 1992, pero cuya proyección internacional no se consolida hasta el tránsito entre los dos siglos. Aunque la idea de generar la marca Champions League a través de la creación de un himno, un logo y un balón (el starball) surge en este período, el grado de estabilidad ritual de esta fase aún es bajo. Su fuerza fundamental es la inercia de la competición anterior. Lo más relevante, lo auténticamente sagrado es la disputa, el partido. Baste señalar que la final del año 1995 es la primera en la que aparece el nombre de los jugadores en las camisetas y, sin embargo, en la temporada siguiente este hecho se da únicamente en uno de los contendientes del partido.

Periodo de Reconstrucción/Consolidación Ritual: la primera década del siglo xxi corresponde con este periodo. En esta fase algunos de los pasos ya articulados en la anterior van adquiriendo lentamente relieve público. Tras experimentar diferentes formatos de competición, cada vez con más fases, equipos y países implicados, este período se cierra en 2009-2010 con la consolidación del formato de competición hoy vigente. El ritual se va reelaborando y apuntala buena parte de su nueva estructura. La competición se homogeniza en sus diversos ámbitos. Las viejas costumbres son poco a poco, y disciplinariamente, transformadas hasta que el nuevo conjunto de rituales y puestas en escena adquieren una cierta identidad visual y una cierta regularidad (por ejemplo, el diseño y la disposición de la equipación de los equipos). Todo se va volviendo cada vez más previsible y uniforme. Los múltiples lenguajes que se utilizan van enfocados al espectador televidente, a eso que llamamos tribu global del fútbol. Se busca la configuración del espectador/consumidor/comunidad internacional, la comunidad del fútbol. Incluso las campañas institucionales de la propia UEFA, como la promoción del juego limpio o la lucha contra el racismo, forman parte de un continuo representacional en múltiples formatos (camisetas de jugadores y árbitros, vallas publicitarias, publicidad televisiva, etc.). El grado de estabilidad ritual de esta fase es ya mayor, y podemos considerarlo como medio. Su fuerza de transformación es la innovación mercantil, la seguridad y el relieve de la autoridad (UEFA). Aunque el combate es lo fundamental, la ceremonia adquiere un relieve ritual muy destacado. Ya no se trata solo de un partido.

Periodo de Maduración Ritual: esta fase puede corresponder a un periodo que va desde el final de la primera década del siglo xxi hasta nuestros días. Es una fase de cristalización fuerte del ceremonial, que solo se ve alterado por la experimentación en el campo arbitral (introducción de los árbitros asistentes adicionales junto a las porterías), las innovaciones tecnológicas (la incorporación del denominado ojo de halcón en 2016 y del VAR en 2019), y la espectacularización de algunas fases del proceso (en especial la «Opening Ceremony», amplificada bajo el patrocinio de Pepsi desde el año 2015). Es importante notar que la propia crisis de la UEFA, debida a los casos de corrupción10, ha impactado sobre la connotada presencia de su responsable principal en los grandes eventos. El actual presidente, Aleksander Ceferin (desde 2016), pasa más desapercibido que el defenestrado Michel Platini (2007-2015), protagonista destacado en este período de encabalgamiento entre la fase de consolidación y maduración. Se destaca el hecho de que la presentación festiva del espectáculo camina más hacia la proyección audiovisual y sus procesos de internalización que al propio consumo de los asistentes al estadio (a partir de 2010 las finales se celebran en sábado, día de la semana más favorable para alcanzar grandes audiencias mundiales). Aquí, el grado de estabilidad ritual es alto. La espectacularización de la presentación y la consolidación ritual impulsan el evento hacia el camino de un complejo ceremonial cada vez más extendido y de mayor impacto visual.

4.2. Evidencias empíricas de la transformación del ritual

Consignados los detalles de observación en la matriz de datos procedimos a valorar el estado del ritual de cada una de las 17 categorías para cada final desde 1993 a 2018, en función de tres posibles momentos (que caracterizamos con diferentes tramas de gris, siempre que hubiera algún registro válido para esa categoría y/o subcategoría):

— Gris claro: no hay rito, está en un estado incipiente o es un rito heredado de las viejas formas de la Copa de Europa.

— Gris medio: aunque todo rito está en transformación como parte de su esencia, en este caso el rito está en transformación destacada.

— Gris oscuro: el rito se ha transformado y complejizado de modo manifiesto o supone una novedad ritual, entendiendo como complejidad tanto el acto de multiplicar significados como una mayor sofisticación de la performance.

Presentamos aquí, para que el lector cuente con una visualización del análisis del ritual realizado, una selección de categorías y subcategorías trabajadas, así como un subconjunto de las finales, ya que resultaría demasiado extenso presentar el cuadro completo.

Tabla 2

Selección de resultados encontrados en el análisis de los previos
y postpartidos de las finales de la UEFA Champions League

Etapas del Ceremonial

Iniciática

Reconstrucción

Maduración

Categoría

Subcategoría

1994

1998

2000

2005

2014

Recreación local

Hibridación entre elementos locales y elementos UEFA

 

Balón

Cuándo y cómo aparece

Presencia del objeto

Transformación del objeto

Trofeo

Cuándo y cómo aparece

 

Presencia del objeto

 

Salida y formación de jugadores

Acompañantes de los jugadores (sexo, equipación, contacto, etnicidad, edad)

 

Disposición de la salida y formación (uniformidad)

 

Ubicación

 

Himno UEFA

Momentos

 

Letra (idioma)

 

Agitación de la lona central

 

Intercambio de obsequios

Momento

Objetos

Coronación

Clímax

 

 

Circulación

 

 

Fuente: elaboración propia.

A partir de esta tabla vamos a presentar las evidencias empíricas que sustentan la comprensión del ceremonial en las tres fases descritas anteriormente. Evidentemente, no todas las categorías analizadas han evolucionado de la misma forma, y cómo también veremos, algunas ni siquiera han sufrido transformaciones. Así, podemos hablar de la existencia de elementos «tradicionales» que mantienen al ritual conectado con su historia a través de rituales cargados de una semántica estable y que son reconocidos por la totalidad de la tribu global del fútbol, como por ejemplo el intercambio de obsequios y el sorteo de campo previos al inicio del encuentro.

Aquí vamos a detenernos en lo que consideramos más interesante de la evolución del ritual, aquellos elementos que han sufrido una clara transformación bajo el paraguas del formato UEFA Champions League y dentro de la profundización del control que la UEFA ejerce sobre el fútbol europeo. Nos detendremos en 3 categorías de las 17 estudiadas como ejemplos más paradigmáticos de esa transformación que, además, corresponden con dimensiones complementarias del ritual: la materialidad de la equipación de los protagonistas, la cuestión espacial del estadio, y la espacio-temporal de la coronación del campeón.

En primer lugar, encontramos la evolución de todo lo relacionado con la equipación de los protagonistas (González-Ramallal, Castilla, y Mesa, 2015). En los primeros años del formato Champions League las características de los uniformes de los jugadores (titulares y suplentes) y de los árbitros seguían la lógica heredada del antiguo formato de la Copa de Europa. A partir de ahí, poco a poco fueron incorporando nuevos elementos de subrayado de la UEFA como organizador de la competición. Por señalar un ejemplo significativo: en la temporada 1994/1995 se incorporó el logo de la competición en la manga derecha de la camiseta de los equipos, comenzando lo que identificamos como fase iniciática de ritualización.

Durante la década de los 2000 este proceso se aceleró, dentro del periodo que llamamos de reconstrucción ritual, añadiendo nuevos elementos de conmemoración del evento (textos serigrafiados en las camisetas con los datos básicos de la final), de identificación de los equipos contendientes dentro de la historia de la competición (logos con el número de veces que el equipo ha ganado el torneo), y de mensajes institucionales de la propia UEFA (campañas «Respect» o «No to racism»). Este último aspecto nos resulta especialmente llamativo desde un punto de vista simbólico, dado que representa la fuerza y el dominio que la institución ha ido adquiriendo sobre la totalidad del ritual, aumentando su presencia en espacios que antes estaban considerados exclusivos de los equipos y de la lógica del juego en sí mismo. Podemos decir, en cierto sentido, que la UEFA ha ido fagocitando e imponiendo su marca sobre buena parte del conjunto de elementos que articulan la práctica del fútbol que se desarrolla bajo su amparo, incluidos los propios clubes.

Por último, en la década 2010-2019 se aprecia un proceso de ralentización innovadora propia de la etapa de madurez que definimos, entre otras razones, al menos en lo que se refiere a la equipación, por una cuestión de saturación. Los espacios adecuados para visualizar los tres tipos de elementos de los que hablamos antes están ya copados, hasta el punto de que algún elemento puede ser incluso sacrificado. Por ejemplo, la camiseta del Real Madrid no llevó el logo de la competición durante la final de 2018, ya que ese espacio quedó cubierto por otro logo que lo definía como actual campeón del torneo. Los aspectos autorreferenciales han ido ganando peso, en un proceso continuo de legitimación que tiene como base la propia historia del torneo. Por supuesto, habrá que seguir atendiendo a futuras innovaciones, pero lo cierto es que, durante los últimos años, la estructura ritual de los uniformes ha establecido un patrón reconocible que se ha ido consolidando de manera clara.

Un segundo ejemplo de transformación ritual se da en la presencia de iconografía de la UEFA, aquellos elementos visuales de diverso tipo que hacen referencia explícita a la institución. Al igual que con la equipación, en los primeros años existían muy pocos elementos que señalaran el papel de la UEFA en el desarrollo del evento, pero el análisis de su evolución deja claro que fue un aspecto clave de la agenda de la institución prácticamente desde el inicio del nuevo formato. El mejor ejemplo de ello fue la aparición, desde la primera edición, de una gran lona central que ocupaba la circunferencia del centro del campo durante los momentos previos al partido, y que representaba el logo de la competición. Esta lona, con algunas variaciones, se convertiría en el principal icono del torneo a partir de ese momento, siendo agitada por un grupo de voluntarios mientras los equipos acceden al terreno de juego, y compartiendo protagonismo con el himno, otro elemento de ritualización que no abordaremos aquí y sobre el que hemos hablado en otro trabajo (Castilla, González-Ramallal, y Mesa, 2019).

La lona central llegó pronto y lo hizo para quedarse, pero el resto de objetos iconográficos que ahora son reconocibles fueron aterrizando en periodos que encajan con las tres fases temporales que definimos. Aquí podemos distinguir entre iconografía fija e iconografía móvil, refiriéndose la primera a vallas, paneles, carteles, etc., y la segunda a objetos que pueden aparecer y desaparecer en diferentes momentos del ritual. En ambos casos fue en la década de los 2000 cuando se aceleró su implantación, en un proceso de incorporación paulatina. Primero fueron los espacios intersticiales de los estadios los que pasaron a subrayar la presencia de la UEFA en el evento. Vallas de seguridad y de separación entre graderíos, esquinas, vomitorios, etc., fueron aprovechados para colocar paneles con referencia a la competición y a la UEFA. A partir de ahí, prácticamente cada año del periodo de innovación refleja la colonización de un nuevo espacio para la identificación de la institución, hasta que la práctica totalidad del espacio (estadio) quedó subsumido a la búsqueda de ese objetivo (desde los banquillos hasta las entrañas de los estadios, los túneles de acceso al campo desde los vestuarios). La minuciosidad de ese despliegue es tan abrumadora que logra naturalizarse para el espectador, que no percibe ese proceso de apropiación si no es un visitante habitual del estadio en cuestión al margen de esta competición. Es decir, la expansión de la iconografía UEFA consigue rearticular la identidad del lugar de celebración, neutralizar su historia durante el ceremonial y convertirlo en un espacio para la tribu global, reconocible año tras año por sus miembros.

La iconografía móvil ahonda en lo mismo, pero además añade el sobredimensionamiento de los elementos que se quieren destacar. Esto ya ocurría desde el comienzo con la mencionada lona central, pero durante la fase de reconstrucción ritual se añadieron más símbolos (trofeos y balones gigantes, logos gigantes relacionados con la institución y/o la promoción de campañas, etc.). Aquí, los momentos previos y posteriores al partido son los más propicios para indicar, de forma hiperbólica, quién es el responsable de la ejecución del ceremonial.

Estos procesos han alcanzado un grado notable de estabilización durante la última década, especialmente lo que llamamos iconografía fija. La móvil es más volátil y ofrece más oportunidades de reconfiguración, pero siempre lo hace en el sentido que apuntamos, el de dotar al evento de una identidad propiamente UEFA, en la que lo local queda relegado a un rol casi anecdótico, a una necesidad de cristalización espacial que no aporta mucho más que una infraestructura sobre la que se desarrolla el ritual global generador de identidad.

El último aspecto que tratamos es el referente al proceso de coronación de los participantes en el evento. El momento en el que se corona al equipo ganador, al vencedor del ritual, es un hito fundamental dentro del desarrollo del mismo. Es la culminación del sentido del evento, de aquello que ha congregado a la tribu. La creciente ritualización que estamos describiendo empujó también a una complejización del momento del clímax de la coronación. Podemos decir que la existencia de un ritual más denso y sólido requería de una significación mayor del logro alcanzado. Esto hizo, durante la fase de reconstrucción ritual, que se fueran añadiendo elementos de espectacularización del momento del clímax, desde el lanzamiento de confetis al uso de cañones de humo, fuegos artificiales y sistemas de iluminación. De nuevo, en la década actual los cambios se han ralentizado y el clímax ha quedado estabilizado, una vez actualizado y adaptado a las exigencias rituales.

En la misma línea se ha modificado el rol de cada uno de los grupos de participantes en el proceso de coronación. Esa fase del ritual no solo incluye a los vencedores, sino que debe reconocer también el esfuerzo de los vencidos y el papel de los garantes de la justicia en el desarrollo del evento. Al fin y al cabo, todos forman parte de la misma familia. El ritual refuerza la identidad de la tribu global del fútbol, de todos y cada uno de ellos. Jueces, vencidos y vencedores, en este orden, volverán a situarse en un mismo punto de partida en el siguiente ciclo ritual, así que nadie debe quedar fuera del ejercicio de reconocimiento colectivo. Así, durante la fase de innovación se produjeron varios cambios orientados a cimentar ese reconocimiento. Destacan dos. Por un lado, la incorporación de los árbitros de una forma mucho más visible, iniciando la coronación, algo así como un refuerzo de la legitimidad del evento, de la presencia inequívoca de la justicia. Por otro lado, la formación de un pasillo en el que el equipo ganador reconoce el esfuerzo de su derrotado rival cuando se dispone a recoger sus medallas, en cierta medida restituyéndolo como miembro de la tribu.

Una vez más, en la fase de madurez ritual no se han implementado cambios significativos en este aspecto. Aunque sí hay algo que nos parece relevante y que nos llama poderosamente la atención. En el ritual heredado del anterior formato de competición lo habitual era que los protagonistas ascendieran al palco de autoridades para ser coronados. Sin embargo, actualmente no hay una zona consolidada para ejecutar esa parte del ritual. En ocasiones se desarrolla en el palco, pero en otras se realiza en el terreno de juego, haciendo uso de un escenario. Cuando esto sucede son las autoridades las que deben desplazarse, bajando al espacio dominado por los futbolistas. Esto podría interpretarse como una pérdida simbólica de poder o ruptura de la clara jerarquización del modelo anterior, pero, al mismo tiempo, la estructura del escenario sobre el césped, cargado de todos los símbolos propios de la UEFA, genera un elemento más de subrayado de la omnipresencia de la institución y de su control absoluto sobre el evento y su ritualización. En todo caso es un aspecto que conviene seguir observando con detenimiento.

5. Conclusiones

En este artículo hemos analizado, no solo el hecho palpable de que el ritual de las finales de la UEFA Champions League se ha complejizado a lo largo de los años, sino que lo ha hecho con un sentido definido y unas intenciones concretas. El rastreo de los elementos más característicos de aquellos que se encuentran presentes en el ritual nos permite identificar los diferentes periodos de transformación del mismo. Desde un primer momento se percibe la clara intención de generar una marca en torno al nuevo formato, unas señas de identidad a través de las que impulsar la fuerza y el prestigio de la institución, así como una profundización de la mercantilización del producto. Y todo eso se ha hecho, como hemos visto, de manera planeada y progresiva, incorporando paulatinamente objetos y espacios a esa nueva ritualización.

Nuestro rastreo parece indicar que estamos llegando a un cierto estado de saturación ritual, en el que van quedando pocos elementos que cargar de significado, al tiempo que otros se han consolidado y se muestran estables ante las actuales exigencias de la UEFA. Pero esto no significa que estemos ante una forma definitiva del ritual. Por un lado, hay aspectos centrales del ceremonial, como por ejemplo el balón, que encierran un gran potencial de transformación ritual y que aún no han sido activados o lo han sido de forma débil. Y, por otro lado, no hay que perder de vista que los procesos de cambio van de la mano de los objetivos de la institución, en función de los mensajes que esta pretende transmitir. Así, la agenda de la UEFA seguirá encontrando nuevas formas de materializarse en esferas que hasta hace muy poco parecían al margen de la instrumentalización política, y que estaban protegidas por la «pureza» del juego. Los cambios en la equipación han sido, como vimos, arquetípicos de esta transformación.

En definitiva, habrá que seguir muy atentos a la evolución del ritual de la Champions League en todas sus formas, al tiempo que la UEFA sigue consolidando su posición como garante del fútbol de élite global, en esa ya larga pugna con el regulador global FIFA. Quizá los nuevos escenarios de batalla que se están presentando en la actualidad entre las dos instituciones marquen el camino de las siguientes transformaciones. Lo que sí está más que claro es que la UEFA hace ya tiempo que dejó de conformarse con Europa como dominio, y que su objetivo no es otro que convertirse en el principal patriarca de la populosa tribu global del fútbol. En este sentido, como ya apuntamos, será necesario atender al eje globalización-glocalización para entender la forma en la que el fútbol europeo sigue extendiéndose y consolidándose a nivel global, y qué esfuerzos de redefinición deberá encarar la UEFA para que sus productos y su idea del juego no choquen con elementos de la realidad de los diferentes lugares, lo que podría generar un movimiento de reacción en su contra. Síntomas de esa reacción pueden ya verse en Europa a través de los incipientes movimientos contra el fútbol moderno que, más allá de su escasa y desorganizada implantación, reflejan una incomodidad entre los aficionados frente a los procesos de mercantilización y estandarización del fútbol.

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1 La recurrencia de significados a través de los ritos es especialmente relevante en sociedades sin escritura, tal y como comenta M. Segalen (2005). Posiblemente es la recurrencia a los significados a través de estos mecanismos lo que está detrás del efectivo impacto sobre la tribu trasnacional del fútbol. Al reconocerse la gestualidad y los símbolos, el rito funciona como un elemento transcultural de alta eficacia (ibídem).

2 «Por neorritual entendemos entonces (…) una performance de reiteración aún más abierta a la innovación, a la que se le presume menor eficacia sobre los procesos sociales, y cuya consistencia simbólica es aún más flotante y mediada por un contexto comunicativo más contingente. Una de sus características más importantes es que tiende a desplazar el foco de interés del subrayado del poder a la gestión del divertimento, ya que administrar el sentimiento es la nueva forma en la que el poder se actualiza. Así, su puesta en marcha tiende, por este camino, a la espectacularización y complejización del rito» (Castilla, González-Ramallal, y Mesa, en prensa).

3 Combessie apunta que «el análisis crítico de las primeras observaciones puede tener una importancia decisiva a la hora de orientar el curso de la investigación. Por lo tanto, preparar sistemáticamente estos análisis y prever sus posibles consecuencias es fundamental en cualquier investigación» (2000: 34).

4 Footballia.net (página web): https://footballia.net/es

5 Hay que señalar que, previamente a realizar el visionado de las finales y registrar lo observado en la matriz de datos, habíamos examinado y sistematizado todos los recursos videográficos y documentales disponibles para cada final.

6 Irving Goffman los denomina «small behaviors», es decir, los pequeños encuentros cotidianos (apud Segalen, 2005: 127).

7 La UEFA convocó un concurso público para el desarrollo de las ceremonias de apertura entre los años 2015 y 2017. Dicho concurso fue ganado por la compañía italiana Filmmaster, especializada en la organización de eventos de este tipo a nivel mundial (EFE, 2017). En 2016, Pepsi se convirtió en patrocinador de la ceremonia de apertura. Desde ese año las actuaciones musicales han tenido un marcado carácter internacional (Alicia Keys, The Black Eyed Peas y Dua Lipa) (UEFA, 2018c).

8 Existen otras aproximaciones que establecen diferentes fases históricas en la evolución de la Champions League, como la que realiza Gay de Liébana en torno a sus aspectos económicos (2016).

9 En la final de la Copa de Europa de 1985, celebrada en el estadio de Heysel de Bruselas, murieron 39 personas debido a una avalancha de aficionados provocada por los enfrentamientos entre hinchas radicales de los equipos contendientes.

10 Aunque el escándalo de corrupción afectó fundamentalmente a la FIFA, varios de los actores implicados formaban parte de la UEFA. Sobre este asunto puede verse Bensinger (2018).